lunes, 10 de marzo de 2014

CUENTO PARA NIÑOS PARA FOMENTAR LA COOPERACIÓN:LA BICICLETA QUE QUERÍA CORRER SOLA

El valor objetivo de este cuento es la cooperación, el trabajo en equipo. Hay que hacer ver al niño que hay muchas cosas que no podemos hacer solos, y que necesitamos la ayuda de los demás para llevarlas a cabo.
En el cuento se da vida a objetos inanimados (la bicicleta, los zapatos y los calcetines) , que incluso llegan a hablar con un niño.
El lector debe poner mucha expresividad en las frases que dicen los protagonistas del cuento, y si además logra hacer voces diferentes para la bicicleta, los zapatos y los calcetines, seguro que la audiencia se mostrará muy atenta.

El cuento
Había una vez una bicicleta de carreras. Era muy rápida, tenía unas ruedas nuevas y unos frenos muy buenos, un timbre que sonaba muy fuerte, y una luz para ir por la noche. Pero aquella bicicleta quería correr sola.

Ella intentaba ponerse en pie, y no podía. Sabía que para correr había que mover los pedales muy rápido, pero cada vez que alguien la dejaba derecha, ella lo intentaba pero no se movía del lugar donde estaba.
    
Una vez que estaba aparcada en un árbol, vio pasar otra bicicleta a toda velocidad. Se la quedó mirando a ver si descubría por qué esa bicicleta corría tanto y en cambio ella no podía correr, y se dio cuenta de que para poder correr hacía falta que unos zapatos hicieran mover los pedales muy rápido.

Así pues, decidió hacerse amiga de unos zapatos que le ayudaran a correr. Y dicho y hecho, comenzó a buscar unos zapatos. Y fue buscando y buscando hasta que, de repente, vio un par encima de una mesa. Y les dijo: -¡Eh! Zapatos! ¿Me queréis ayudar a pedalear y a correr? ¡Se ve que hacen falta unos zapatos para que una bicicleta pueda funcionar!
- ¡Muy bien! ¡Será muy divertido! -Dijeron los zapatos.
Y los zapatos se subieron encima de los pedales y se pusieron a hacer mucha fuerza para hacer correr la bicicleta, pero por mucha fuerza que intentaban hacer, la bicicleta no se movía.

La bicicleta y los zapatos se pusieron a pensar a ver si descubrían por qué no conseguían correr. Pensaban que lo estaban haciendo bien, pero aquello no se movía. Y, de pronto, vieron pasar otra bicicleta a toda velocidad, se la quedaron mirando y vieron que los zapatos que hacían correr esa bicicleta no estaban solos: ¡tenían unos calcetines!

Por lo tanto, ya habían encontrado la solución. ¡Necesitaban encontrar unos calcetines que se metieran dentro de los zapatos!

La bicicleta y los zapatos se pusieron a buscar unos calcetines que les ayudaran. Fueron mirando por todas partes hasta que vieron un par en un cesto lleno de ropa. Y gritaron: -¡Eh!, ¡Calcetines! ¿Queréis venir a ayudarnos a correr?
- ¡Si! ¡Será muy divertido! -Dijeron los calcetines.

Así pues, los calcetines se metieron dentro de los zapatos, y los zapatos se pusieron sobre los pedales de la bicicleta y empezaron a hacer fuerza para mover los pedales. Pero la bicicleta no se movía.

Algo estaban haciendo mal, pero no sabían el qué. Ya lo tenían todo preparado: una bicicleta, unos zapatos y unos calcetines, tal y como habían visto en las otras bicicletas que pasaban corriendo, pero aquello no funcionaba.

En ese momento, vieron pasar otra bicicleta. Esta iba poco a poco, y se pudieron fijar detenidamente, y lo que vieron les sorprendió: resulta que los zapatos hacían funcionar los pedales, y dentro de los zapatos había unos calcetines, ¡pero dentro los calcetines había unos pies! ¡Unos pies! Antes, al mirar aquellas bicicletas que pasaban corriendo, como iban tan deprisa no habían visto que también hacía falta poner unos pies dentro de los calcetines.

La bicicleta, los zapatos y los calcetines se pusieron a buscar unos pies. Fueron mirando, y mirando, y buscando, y buscando, hasta que vieron unos pies que pasaban por allí. Y cuando iban a llamar a los pies vieron que no estaban solos. Los pies estaban pegados a unas piernas. Y aquellos pies y aquellas piernas estaban pegados a un niño.

Así pues, la bicicleta, los zapatos y los calcetines dijeron: - ¡Eh niño! ¿Te puedes quitar los pies un rato y nos los dejas para poder correr con la bicicleta?
 
Y el niño contestó: -¡No me puedo sacar los pies! ¡Siempre los llevo pegados conmigo! Pero, si queréis, me puedo poner los calcetines y los zapatos, y todos juntos podemos correr un rato con la bicicleta!

¡Sí! ¡Venga! ¡Vamos! -Dijeron la bicicleta, los zapatos y los calcetines. Y el niño se puso los calcetines y los zapatos, se subió a la bicicleta, y empezó a pedalear y a correr.

Y desde entonces, no hay ninguna bicicleta que funcione sola. Siempre se necesita un niño o una niña para poder correr con una bicicleta.

Para acabar el cuento, preguntemos al niño:
  • Qué cosas hay que le guste hacer pero que no pueda hacer solo. 
  • Qué cosas queremos hacer nosotros como padres y no podemos hacer sin que nos ayude nuestro hijo.


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